Una ciudad japonesa quiere limitar el uso de los dispositivos móviles

Cuando hace 4 años China limitó los videojuegos en línea a 3 horas semanales, a muchos (incluido a mí) nos pareció una intromisión del Estado en un asunto privado.

Hace ya un tiempo, cambié de opinión.

Ante el fracaso casi completo de la esfera privada para afrontar lo que se ha convertido en un reto sanitario, educativo –y podríamos decir, civilizacional– este tipo de regulación es necesaria.

Es imprescindible corregir una dinámica en la que los dispositivos y plataformas están precisamente concebidos para maximizar la captación de nuestro tiempo y atención sin que estemos en control.

 
 

No solo los Estados pueden actuar: los municipios también tienen vías para mandar una señal a la población aunque sus normativas muchas veces no conlleven sanciones ni mecanismos de comprobación.

Desde el pueblo de Seine-Port en Francia (que prohibió caminar con un smartphone por la calle o usarlo delante de los colegios y comercios) hasta Nueva York o el mismo San Francisco que fue pionero en prohibir el reconocimiento facial en la vía pública.

 
 

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En este caso, la medida tiene como objetivo “evitar el uso excesivo de dispositivos que causan problemas de salud física y mental, incluidos problemas de sueño”.

No se trata de poner multas sino de “transmitir un mensaje especial y garantizar que los ciudadanos se lo tomen en serio”, según el alcalde de Toyoake.

El 1 de octubre sabremos si se aprueba esta normativa.

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