El riesgo improbable que expulsó a los niños de la calle hacia las pantallas
Los secuestros son tan poco frecuentes que, de media, un niño en los EE.UU. debería estar jugando solo en el exterior 750.000 años para ser abducido.
Y sin embargo, este tipo de riesgo, totalmente sobrestimado en el imaginario de los padres, les ha llevado a restringir cada vez más los movimientos de sus hijos en el mundo real. Estos, a su vez, buscan esta libertad perdida en el mundo digital, y ahí se produce el cóctel explosivo para su salud mental que estalló en 2012.
La tesis potente desarrollada por Jonathan Haidt en su libro "La generación ansiosa" es ya muy conocida.
Algunos datos permiten entender mejor esta paradoja. En su último artículo en The Atlantic, escrito junto a Zach Rausch y Lenore Skenazy, comentan el sondeo que realizaron este año sobre las relaciones de los menores de 8 a 12 años con lo digital.
La infancia está, más que nunca, dominadísima por su relación con el smartphone en la que se encuentran encerrados. Pero en el fondo, aspiran a otra cosa: interactuar libremente en el mundo offline unos con otros.
El 75% de los 9-12 años juegan sin restricciones y de manera regular a Roblox, en el que interactúan con amigos y desconocidos. Sin embargo, también un 75% prefiere la interacción física a las relaciones con una pantalla interpuesta.
"Si nada cambia, Silicon Valley seguirá suministrando a los menores "amigos" potenciados por la IA que estarán siempre disponibles y les acordará cualquier capricho. Pero una IA nunca satisfará los deseos más profundos de un niño."
Recomiendo la lectura completa del artículo.
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