Elogio a los objetos de un solo propósito

En esta cuarta edición de OFF, propongo un concepto sencillo aunque, creo, inédito: los SPO (Single-Purpose Objects).

Cuando era niño, recuerdo haber soñado con tener un pequeño objeto, a medio camino entre una varita mágica y una navaja suiza, que me cupiera en el bolsillo y me acompañara a todas partes, sustituyendo a los juguetes, libros y demás enseres que tenía en mi habitación.

Cuando llegaron los teléfonos móviles, no era obvio que fueran a satisfacer tal fantasía. Y, sin embargo, eso es lo que ha ido ocurriendo poco a poco. Incluso antes de la llegada del smartphone, los móviles han ampliando sus funciones más allá de las llamadas y los SMS, convirtiéndose en nuestros despertadores, calculadoras, linternas, cámaras, etc. Tanto es así que suele ser el primer objeto que uno toca al despertarse y el último antes de dormirse.

Mi papel aquí no es continuar enumerando todo lo que un smartphone permite hacer hoy, lo cual podría rápidamente resultar aburrido... sino, como siempre, analizar el precio que pagamos y no siempre percibimos por unas innovaciones cuyas ventajas son tan seductoras como evidentes así como explorar pistas de solución para retomar el control sobre nuestras vidas.

El coste de concentrar tanta funcionalidad en un dispositivo puede resumirse en tres puntos:

1. Un instrumento de vigilancia sin precedente

A través de los móviles, entregamos en bandeja y de forma unificada una masa colosal de datos que describen gran parte de nuestras vidas, incluso cuando no los utilizamos. Esto permite a terceros tener un retrato muy preciso de cada uno de nosotros y, en particular, deducir nuestros sesgos cognitivos, lo que nos hace cada vez más controlables.

2. Una fuente de distracción difícil de superar

Todas estas funcionalidades compiten entre sí por un recurso preciado y monetizable: nuestra atención. Los smartphones están repletos de ganchos cada vez más potentes para captar nuestro tiempo y nuestra atención, mucho más allá de lo útil. Un estadounidense consultaba su smartphone una media de 52 veces al día en 2018... mientras que ahora lo hace 96 veces.

3. Una invitación a externalizar nuestras funciones cognitivas

Siempre a mano, el smartphone nos lleva a recurrir constantemente a él para hacer frente a problemas que antes resolvíamos solos: realizar un simple cálculo, movernos tres manzanas de donde estamos, recordar un código o número, memorizar una lista, etc. El problema –que describo con detalle en Anestesiados– es que, al delegar estas funciones en la máquina en todo momento, acabamos perdiendo estas facultades y volviéndonos dependientes.

La “amnesia digital” hace que no recordemos información que pensamos tenemos a mano. Hace 8 años, la mitad de la gente ya no recordaba el número de su pareja

Estos tres puntos afectan directamente quiénes somos. Considero que el segundo es especialmente problemático porque para tener presencia de mente y espíritu y estar verdaderamente disponible para uno mismo o para los demás (ya sea en el ámbito laboral, familiar, o cuando uno quiere estar concentrado) se requiere una capacidad de atención sostenida que se ve erosionada por el zapping constante que ha invadido nuestra vida cotidiana. Sin voluntad de extendernos, existen otros efectos más indirectos, como sobre la salud mental de los adolescentes, cuyo grave deterioro es objeto de mucho debate en estos momentos, en especial en EE.UU.

Así que estas especies de varitas mágicas son concebidas en gran parte para inmiscuirse en nuestras vidas de diversas maneras, y extraer todo lo que puedan explotar: datos, atención, habilidades.

¿Cómo protegernos contra estos riesgos?

Quizás deberíamos renunciar, al menos en ciertos ámbitos de nuestra vida, a la fantasía de concentrarlo todo en un único objeto. Para ello recomiendo recuperar lo que voy a llamar «Single-Purpose Objects» (SPO), es decir todos aquellos objetos o dispositivos no conectados que esencialmente sirven un único propósito: relojes, radios, GPS, libros físicos, reproductores de música, teléfonos fijos o no inteligentes, periódicos, etc.

Estos se hacen menos frecuentes y en algunos casos parecen quedar obsoletos, al ser sustituidos por una app más que cabe en nuestro smartphone. Entonces ¿son anticuados? ¿Denota simplemente nostalgia el hecho de conservarlos o recuperarlos?

Creo que nos encontramos en un momento interesante porque estos no han desaparecido completamente de nuestras vidas. La mayoría de nosotros sigue teniendo en casa libros de verdad, una radio, o incluso un despertador en algún cajón. No deshacerse de ellos durante la próxima gran limpieza podría ser una idea más lúcida de lo que podríamos pensar.

En efecto, estos objetos no conectados tienen varios méritos:

  1. No recogen nuestros datos cuando pasamos una página, pulsamos un botón o giramos a la izquierda o a la derecha.

  2. Por tanto, no aprenden nada sobre nuestras elecciones, nuestros gustos musicales, la hora a la que nos despertarnos, etc. ni deducen nada sobre la duración de nuestras llamadas o la relación que tenemos con una persona u otra.

  3. Ni el modelo de negocio ni el diseño de un SPO se basan en su capacidad para captar nuestro tiempo en cualquier instante, con el fin de exprimir unos minutos más de nuestra atención (de hecho, no son muy eficaces en esto: por eso leemos cada vez menos, por ejemplo).

  4. No son agentes de distracción: al contrario, nos ayudan a concentrarnos. No por nada tenemos un nivel de comprensión mayor cuando leemos un libro en papel que en formato electrónico, tal y como lo demuestran varios estudios.

Claro que ocupan un poco más de espacio que un smartphone, pero ¿quizá sea el precio que pagamos por recuperar nuestra libertad?

¿Y qué aspecto tendrían nuestras casas sin ellos?

Te propongo tres retos para el próximo mes:

  • Utiliza un despertador y evita así que el smartphone entre en tu espacio de descanso.

  • Compra de vez en cuando el periódico. Recuperar el papel en nuestras manos ayuda a centrar la atención total en el texto sin la distracción de los banners publicitarios que parpadean a tu alrededor y sin el reflejo de pasar rápidamente al contenido siguiente.

  • No pagues con tu móvil. En la medida de lo posible, utiliza dinero en efectivo, pero si abonas con tarjeta de crédito, no lo hagas desde tu smartphone.

¿Se te ocurren otras formas de rescatar los SPO? Escríbenos aquí.

OFF #4 | La newsletter para retomar el control

Marzo 2023

Suscríbete a OFF, la newsletter para retomar el control.

Una vez al mes, propongo una reflexión sobre una faceta específica de la influencia de la tecnología digital en nuestras vidas para ayudar a entender mejor la transformación acelerada de nuestro día a día.

¿Te ha interesado?