OFF #31 | La newsletter para retomar el control
Septiembre 2025
OFF #31 | Los costes de la hiperconexión
Hola,
¿Qué tiene que suceder para que actuemos de verdad contra la hiperconexión y sus consecuencias destructoras en la sociedad?
Aunque disponemos de abundantes datos sobre los daños provocados por una digitalización sin control, las políticas destinadas a reinventar el botón OFF son demasiado lentas, tibias e incluso en ocasiones se observan retrocesos – por esto estamos aquí :)
Charlie Munger – la mano derecha del famoso financiero Warren Buffet – solía decir: “Muéstrame los incentivos, te mostraré el resultado”. Entonces, ¿cuáles podrían ser los incentivos suficientes para cambiar radicalmente el statu quo?
¿Incentivos económicos?
Según un informe de la Dirección General del Tesoro en Francia publicado este mes, las plataformas de la economía de la atención le cuestan al país 0,6 puntos de su Producto Interior Bruto (PIB), cifra que podría alcanzar los 3 puntos en las próximas décadas.
El estudio trata de cuantificar 3 tipos de externalidades negativas generadas por las redes sociales y las plataformas de IA:
1) Deterioro de la salud mental
2) Pérdida de tiempo productivo
3) Deterioro de las capacidades cognitivas
Sin embargo, ¿es correcto hablar de simples «externalidades negativas» cuando son elementos tan integrantes de sus modelos tanto la vampirización del tiempo del usuario por estas plataformas como su invitación constante a delegar en ellas nuestras capacidades cognitivas y los algoritmos tóxicos con los que operan?
La pérdida del tiempo productivo
Fijémonos primero en la pérdida de productividad. Según Pew Research, un 77% de los empleados en los EE.UU. consultan sus redes sociales durante el trabajo (un 84% entre los 18-34 años), el principal motivo: “tomarse una pausa mental”. Estos números aumentan de año en año y solo constituyen una pequeña parte de cómo estas plataformas afectan la productividad.
Un estudio de 2019 estimaba que la distracción causada por las redes sociales costaba a la economía estadounidense 650 mil millones de dólares al año, y eso en la era pre-TikTok.
Deterioro cognitivo
Un estudio del MIT publicado en junio mostró cómo los estudiantes que trabajaban con ChatGPT redujeron su rendimiento cognitivo un 55% con respecto a los demás.
El coste de la salud mental
Quizás la muestra fuera demasiado pequeña, o el protocolo imperfecto, etc., pero las tendencias globales apuntan hacia un deterioro generalizado de la capacidad para procesar información, tanto en adultos como en menores.
Otros costes económicos no fueron contemplados en este estudio, en especial los relacionados con las sanidad pública. En España los informes de CyberGuardians han mostrado:
- un aumento del 300% en los costes asociados a problemas de salud mental en menores de 20 años entre 1999 y 2021, con un fuerte repunte a partir de 2012;
- una relación causal entre la hiperconexión y el deterioro de la salud mental.
Todo esto ha ocurrido antes de que la IA nos inundara con asistentes poderosamente adictivos y que se están convirtiendo en los principales confidentes para cada vez más personas. La incidencia de este fenómeno en la salud mental podría ser incluso mucho mayor que el de las redes sociales. ¿O ya lo está siendo?
Tras el sonante caso de Sewell Setzer, el adolescente de 14 años que se suicidó en 2024 y cuya madre presentó un pleito contra Character.AI (plataforma que operaba un personaje virtual del que joven se enamoró y le incitó al suicidio), las acciones legales contra gigantes de la IA se están multiplicando. OpenAI también tendrá que responder en los tribunales por homicidio involuntario tras el suicidio de otro menor.
El patrón es casi siempre el mismo: jóvenes que desarrollan una relación obsesiva con estas máquinas y caen en espirales autodestructivas. Al contrario de las redes, en estos casos no existe un debate sobre si es responsable la plataforma o el que publica los contenidos, ya que todas las respuestas proceden de su propio algoritmo. Si las sentencias alcanzan cifras multimillonarias, podrían convertirse en un poderoso incentivo jurídico y económico contra la hiperconexión.
En 2024, la propia OpenAI advirtió sobre la posibilidad de enamorarse del nuevo modo de voz de ChatGPT… pero quizás deba ir un poco más allá de estas precauciones, siempre tintadas de un discurso marketiniano.
Todo aquello no ha impedido que el uso de la IA como terapeuta se haya convertido en el principal motivo por el que jóvenes recurren a ella, según un estudio publicado por la Harvard Business Review.
Un camino sinuoso en la lucha contra la hiperconexión
En este contexto, la prohibición de TikTok anunciada en enero en los EE.UU. –aunque motivada por razones geopolíticas y de ciberseguridad– parecía ser un paso crucial en la batalla contra la plataforma que más canibaliza el tiempo de los jóvenes (y no tan jóvenes).
Sin embargo, a mediados de septiembre, el presidente Trump anunció que había llegado a un acuerdo con la compañía china para que la plataforma siga operando. Un consorcio de inversores liderados por Larry Ellison, el fundador de Oracle y gran amigo de Trump debería hacerse con la filial estadounidense de TikTok.
“Los jóvenes de nuestro país van a estar muy contentos”, proclamó el presidente, cerrando los ojos sobre el daño psicológico profundo que la plataforma les está causando.
Aunque solamos representar el panorama tecnológico mundial como una oposición entre el modelo chino y estadounidense, estos parecen presentar cada vez más puntos de convergencia. En ambos, la integridad y el bienestar de los ciudadanos son consideraciones secundarias frente a intereses económicos y estatales.
Soluciones fáciles y baratas
Lo cierto es que existe un creciente consenso (científico, al menos), sobre los beneficios de reinventar el botón OFF que ha desaparecido de la tecnología que nos rodea. Uno de ellos tiene que ver con la prohibición de los smartphones en los centros escolares.
Aunque pareciera evidente, los primeros estudios aleatorios con grupos de control, que permiten sacar conclusiones científicas son tajantes: prohibir el smartphone en los colegios supone beneficios innegables para el bienestar y el aprendizaje.
El hecho que el primer estudio a gran escala de este tipo, realizado en India sobre 17.000 alumnos, fuera portada de The Economist este mes, muestra que no solo interesa a los médicos y especialistas en educación. Existen incentivos cada vez más poderosos a favor de delimitar mucho mejor el lugar que la tecnología ocupa en nuestras vidas. Y lo mejor:
“Prohibir el smartphone es una medida fácil de implementar, que no requiere ninguna formación y poca o ninguna inversión. Quizás lo más importante: los alumnos perciben la utilidad de esta medida.”
Este es solo un ejemplo sencillo de cómo se puede reinventar el botón OFF.
Los datos son claros: la hiperconexión nos está pasando factura. Pero no es inevitable.
Desde OFF seguiremos impulsando acciones para reinventar el botón OFF.
Firma el Manifiesto OFF y únete al Movimiento OFF para contribuir a este esfuerzo y poner la tecnología al servicio de las personas (y no el contrario).
Es hora de pasar de la reflexión a la acción.
Si quieres ir un poco más lejos, este es uno de los principales mensajes que subyacen de las 50 reflexiones que componen mi último libro, Retomar el control.
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Una vez al mes, propongo una reflexión sobre una faceta específica de la digitalización de nuestras existencias y sus consecuencias.